Los pobladores de varios sectores de la subcuenca del río Loco, en el distrito de Moro, en la sierra de Áncash, toman agua de lluvia desde hace más de siete días. Los huaicos destruyeron sus captaciones de agua para el consumo humano y es la única manera que tienen de sobrevivir.

El Servicio para el Desarrollo Integral Rural (SEDIR) informó que llegó hasta el sector de Yapacayán, límite entre los distritos de Moro y Pamparomás, y comprobó cómo los agricultores del sector de Isco trabajan con palanas y picos para reconstruir la toma de agua. 

“Desde hace más de una semana consumimos agua de lluvia que cae por la calamina de los techos de nuestras casas. Solo en mi pueblo hay 140 familias afectadas. Nosotros mismos estamos arreglando porque ninguna autoridad se ha acercado a ayudarnos”, remarca Diego Llanto, líder comunero de Isco. 

A lo largo de la carretera se observan enormes grietas y decenas de tuberías rotas y expuestas. Los agricultores piden mangueras de 1 pulgada para llevar agua potable a sus familias. “Necesitamos ayuda urgente. No podemos seguir viviendo sin tener lo básico que es el agua potable. También hemos perdido cultivos, pero lo más importante es el agua”, reclama Dionisio Cashpa Laborio, del caserío de Breña. 

CARRETERAS DAÑADAS 

La carretera que comunica a los distritos de Moro y Pamparomás con sus diferentes caseríos, en la subcuenca del río Loco, ha sufrido serios daños. Las quebradas han generado derrumbes y hay tramos donde parte del cerro está a punto de desplomarse. Transitar por esa vía es de alto riesgo. Sin embargo, en el sector de Tambar, los pobladores reparan parte de la carretera con palanas y barretas. 

SEDIR informó que el caudal del río Loco todavía mantiene su caudal en niveles peligrosos cuando la mayor parte del año prácticamente se encuentra prácticamente seco.

(Nota de SEDIR)

 


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