La empresa TASA fue destronada del primer lugar de la pesca industrial del Perú, por una firma de capitales chinos, tras una jugada en la que primó el dinero antes que los intereses del país. ¿Qué consecuencias traerá esto?
JORGE CURIBANCO RAMÍREZ
En setiembre de este año concluyó una batalla por el mar del Perú que se libró en tierra. La empresa pesquera China Fishery Group (CFG) logró comprar la mayoría de las acciones de la que era la segunda mayor empresa nacional de harina y aceite de pescado: Copeinca. Consecuencia: ahora esta empresa de capitales chinos es la mayor productora de harina de anchoveta de nuestro país y, en consecuencia, del mundo.
La compra de Copeinca por CFG tuvo repercusiones en la prensa especializada y secciones de economía de algunos medios web, pero los medios de mayor llegada a los peruanos: tv, radio y prensa, ni lo mencionaron. A pesar de este ninguneo mediático, el tema es importante. Se trata de la confirmación de que la pesca industrial del Perú es dirigida por un oligopolio: siete empresas, que ahora han empezado a absorberse unas a otras. ¿Cuáles son los efectos de esto?
SOLO SON NEGOCIOS
Para empezar la compra de Copeinca no fue fácil y tuvo hasta tres intentos. La primera fue a fines de febrero, cuando CGF ofreció 556 millones de dólares por la pesquera peruana, pero la familia Dyer, la principal accionista de la compañía, no encontró “atractiva” la oferta. Luego, en marzo, elevó la oferta a 600 millones de dólares. Los Dyer contestaron que su empresa valía mínimo 1.100 millones de dólares.
Mientras CFG –empresa que es subsidiaria de la compañía china Pacific Andes, una de las mayores pesqueras a nivel mundial– reunía más dinero, en abril la empresa noruega Cermaq, que también es socia de Copeinca, aumentó sus acciones de 17.9 % a 50.7 % y comunicó su intención de comprar su parte a los Dyer. Pero encontró oposición de otros socios menores.
Entonces, en junio, CFG hizo una tercera oferta: 836 millones dólares por la mayoría de las acciones de Copeinca. Los Dyer y la empresa noruega Cermaq esta vez estuvieron dispuestos a vender y así la empresa pesquera de capitales chinos se hizo del 74 % de las acciones.
Gracia a este negocio, CFG pasó de tener el 6% de la cuota pesquera de anchoveta en la costa norte y centro, y un 11.7% de la participación en la zona sur, a 16.9% y 14.7%, respectivamente, según el diario Gestión.
Así, con solo una transacción pasó a ser el mayor productor de harina y aceite de pescado, desplazando a TASA y Diamante que antes ocupaban el primero y tercer lugar en la lista de las siete empresas con más poder de la pesca industrial del país. El oligopolio que tenía siete empresas, ahora solo tiene seis.
ELLOS GANAN, NOSOTROS NADA
Para Rolando Coral Giraldo, exdirector regional de Producción de Áncash, la compra de Copeinca por parte de CFG fue un mal negocio para el Perú, pero muy bueno para los Dyer y los otros accionistas que vendieron a buen precio su propiedad.
“Obviamente que Copeinca ha ganado: lo que le costó más o menos 250 millones de dólares lo han vendido a casi 900 millones de dólares, solamente por transferir, no los fierros, no las lanchas, sino la propiedad de la cuota que es el pescado que está en el mar (…) de tal manera que ahora la empresa pesquera más grande del Perú no es TASA sino la empresa china”, señaló.
Pero si ellos no perdieron, quienes sí lo hicieron, a criterio de Coral, fue todo el país. Primero porque la empresa que se adueñó de la anchoveta tiene denuncias por realizar una actividad depredadora. “Esta compañía multinacional china es la empresa más grande del mundo en mares internacionales y nacionales, pero hay que decirlo: es la empresa cuya fama es precisamente de gran depredación de pesca en el mundo”, afirmó.
El segundo motivo para creer que esa venta fue negativa –dijo– es el efecto en las demás empresas pesqueras, las medianas y chicas, que será devastador. “El dominio en el mercado, en la producción, en la extracción, le da el poder absoluto para manejar precios y con eso pierde el Perú, pierde porque las medianas empresas no van a poder competir, de modo que van a seguir quebrando; los que hoy son siete probablemente dentro de dos años serán dos o máximo tres”, vaticinó.
Agregó que lo mismo pasará con los trabajadores, pues al “manejar precios, (los nuevos dueños de Copeinca) van a manejar remuneraciones”.
La misma visión negativa de esta concentración de poder en una sola empresa la tuvo Tito Méndez Mendoza, exsecretario general del Sindicato de Pescadores José Olaya Balandra.
“Los chinos compran porque les conviene más fabricar que comprar; tiene criaderos inmensos que necesitan harina y han cerrado el círculo con este negocio: pescan, fabrica y comercializan”, opinó, al tiempo que añadió que lo que vemos es solo el comienzo del oligopolio de la pesca industrial en el Perú.
“Esto no conviene ni a los pescadores ni al pueblo peruano (…) Las siete empresas más poderosas tienen el 59.7 % de la cuota de anchoveta del país y ahora CFG tiene el 18.6 % (…) Los chinos van a seguir creciendo porque no hay otro capital que les haga competencia; necesitamos otras empresas pero es muy difícil que lleguen ahora”, precisó el dirigente.
Un tercer entrevistado, Javier Castro Zavaleta, exsecretario general del Sindicato de Pescadores de Chimbote y Anexos, también calificó como algo perjudicial la aparición de esta empresa poderosa en manos de capitales chinos. Lo único en lo que discrepó de los otros dos entrevistados es en que, a su criterio, el DL 1084, aquel que estableció los límites de cuotas pesqueras por embarcaciones, no favoreció la formación del actual oligopolio.
“Las siete empresas con las naves y las fábricas ya existían antes del decreto; esa norma solo buscaba evitar que se siga depredando la anchoveta y le puso un límite a la pesca desenfrenada”, afirmó.
Esa tesis fue refutada por Coral. “La concentración se ha acrecentado después de la 1084, las plantas que no han tenido flota, las chicas y las medianas, quebraron, la flota chica ha sido absorbida, de modo que la ‘1084’ sí ha sido la estocada final para la industria pesquera nacional”, sentenció.
¿QUÉ HACER?
Todos los entrevistados dieron por hecho que en adelante el grupo de poderosos empresarios de la pesca se seguirá reduciendo. La única solución, coincidieron, es que intervenga el Estado e imponga una política pesquera que privilegie la alimentación de los peruanos y la mano de obra nacional. Pero consideraron ello poco probable teniendo en cuenta el tipo de gobierno nacional que tenemos.
NOTA EXTRA
Decano de Economistas: el oligopolio fue favorecido por las normas
El decano del Colegio de Economistas de Áncash-Costa, Luis Luna Villareal, se mostró en contra del oligopolio de la pesca industrial porque a su criterio su creación recibió una ‘ayuda’ de las normas legales que dieron las autoridades nacionales.
“De que existe, existe (el oligopolio), pero estoy en contra, en la medida de que han sido favorecidas no por la libre competencia sino por las normas, muchas veces direccionadas para que gradualmente vayan acaparando mayores niveles de ingresos, sean más poderosos y, como es la lógica en el mercado, el grande se ha ido comiendo al chiquito y de esta manera se han ido concentrado en tres o cuatro grupos que inicialmente fueron pequeños y ahora son grandísimos”, expresó.
Opinó que en este caso puntual el Estado debería intervenir porque tiene la función de normar, fiscalizar y también de regular el mercado. “El Estado tiene que ser capaz de poder normar y regular este tipo de procedimiento, a tal punto que garantice la libre competencia, esa es la labor que no se está haciendo en nuestro país”, comentó.